Ayer vi la entrevista que Jordi Évole le hizo a Arturo
Pérez-Reverte. Nos guste o no este periodista y escritor en esta entrevista se
carga con la responsabilidad de decir
aquello que en el fondo todos callamos. Que la crisis en el fondo no sirve para
nada pues cuando acabe nada habrá cambiado. Miro a mí alrededor y veo lo mismo
que veía hace siete u ocho años. Yo me empeño en encontrar cosas buenas en esta
crisis porque a mí me ha cambiado en muchos aspectos pero es verdad que en
general seguimos estando en el mismo punto.
A nuestra generación esta crisis nos ha dado una ostia de
realidad, pero después del golpe inicial nada parece realmente haber
cambiado. El escape de cerebros a otros países
no ha hecho que cambiemos nada, “En este país damos el puñetazo en el bar pero
luego miramos si nos han quemado el coche”, esta frase resume mucho de lo que
seguimos siendo.
¿Somos críticos con nuestra realidad? No lo suficiente.
Cuando se acabe la crisis ¿seremos más críticos con nuestra
sociedad, con la economía?
Seguimos anhelando una casa propia, un coche, un buen
sueldo, y esa será siempre nuestra condena pues hará que arrastremos problemas
que no nos pertenecen, que pertenecen a generaciones muy posteriores.
Arrastramos la monarquía, la Iglesia, esa “nueva aristocracia” que son los políticos.
Todo el mundo desea un cargo público, un buen sueldo y vivir lo más cómodamente
posible. El mundo exterior se convierte en un ente desdibujado del que no
queremos ser conscientes, porque ser conscientes de él conlleva una
responsabilidad que no queremos asumir.
La gente sigue queriendo que todo sea fácil, que sea como
antes. Pero si ya somos totalmente conscientes de que el modelo económico que
nos imponen no es efectivo a largo plazo, porque esta es la segunda vez que
falla, si vemos eso ¿Por qué no queremos cambiarlo?
¿Bajo qué excusa nos resguardaremos esta vez?
Silvia Piquer.
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