19 junio 2013

De como nos definen las cosas inertes.




Leyendo hace poco un libro sobre minimalismo (como forma de vida) el escritor se presentaba a sí mismo como una persona que tiene “100 cosas”.

Si según esta sociedad del consumismo en la que vivimos somos lo que tenemos me planteo que es lo que dicen de verdad mis cosas de mí, y también cuantas cosas poseo y de que me sirven.

Empecé  contando la ropa que ocupaba mi armario, algo tan sencillo como contar tus propias pertenencias te hace vislumbrar la facilidad con la que ha arraigado en nosotros la estructura del “consume para ser feliz”, como si la acumulación de cosas tapara esos agujeros internos y la desazón que a veces sentimos sin razón alguna.  Cuando llegas a cincuenta solo con las cosas del armario empiezas a sentir un poco de ansiedad: cincuenta cosas que solo representan un 20% de tu vida, y todavía quedan los libros, los discos que escuchaste solo una vez porque al final siempre escuchas música online, los cuadernos en blanco que compraste por si acaso, los productos de belleza que nunca has usado, los treinta rotuladores, etc.….

Como soy ilustradora y diseñadora hay cosas que siempre llevo conmigo que son imposibles de cambiar por algo más práctico o sencillo, pero al contar las increíbles cantidades de material que atesoro me doy cuenta de que hay millones de cosas que he usado una vez y nunca más usare. Aprendes a ver qué es lo que realmente concuerda contigo, lo que te hace sentir más cómoda o  y lo que simplemente conservas porque el “por si acaso” gobierna tu vida.

No creo que nuestras cosas nos definan pero tal vez la cantidad si defina un miedo al desamparo arraigado con los años, como si nuestras cosas funcionaran de pantalla para un futuro ataque zombi, podríamos hartarnos de tirarles botes de colonia y zapatos.

Recuerdo que cuando tuve que hacer una de mis últimas mudanzas me agobie de tanto como tenia sin haberme dado cuenta y eso ocurrió por algo tan sencillo como que la mudanza la tuve que hacer yo sola. En ese momento es donde comenzó mi periplo, todavía sin nombre, para cambiar esa constante sensación de necesitar cosas que simplemente desviaba a una esquina de la habitación porque su labor, que era aplacar mi ansiedad durante los dos segundos que duraba la compra, había acabado en el mismo momento en que por fin las poseí. Pero la ansiedad y el miedo seguían en el mismo sitio.

Respira profundo, concéntrate y mira a tu alrededor, ¿quieres que tus cosas te definan?

Yo prefiero definirme por mi misma.

Silvia Piquer.

Video: Conferencia para TED de Graham Hill.

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